Descubrimiento
Las primeras referencias directas sobre visitantes de las ruinas de Machu Picchu indican que Agustín Lizárraga, un arrendatario de tierras cusqueño, llegó al sitio el 14 de julio de 1902 guiando a los también cusqueños Gabino Sánchez, Enrique Palma y Justo Ochoa. Los visitantes dejaron un graffiti con sus nombres en uno de los muros del Templo de las Tres Ventanas que fue posteriormente verificado por varias personas. Existen informaciones que sugieren que Lizárraga ya había visitado Machu Picchu en compañía de Luis Béjar en 1894.48 Lizárraga les mostraba las construcciones a los "visitantes", aunque la naturaleza de sus actividades no ha sido hasta hoy investigada.
Uno de los ayudantes de Hiram Bingham junto a una de las grandes hornacinas del Mausoleo Real, en la cueva bajo del Templo del Sol (1911).
Hiram Bingham, un profesor norteamericano de historia interesado en encontrar los últimos reductos incaicos de Vilcabamba oyó sobre Lizárraga a partir de sus contactos con los hacendados locales.50 Fue así como llegó a Machu Picchu el 24 de julio de 1911 guiado por otro arrendatario de tierras, Melchor Arteaga, y acompañado por un sargento de la guardia civil peruana de apellido Carrasco.
La "vida pública" de Machu Picchu empieza en 1913 con la publicación de todo ello en un artículo en la revista de la National Geographic.
Si bien es claro que Bingham no descubre Machu Picchu en el sentido estricto de la palabra (nadie lo hizo dado que nunca se "perdió" realmente), es indudable que tuvo el mérito de ser la primera persona en reconocer la importancia de las ruinas, estudiándolas con un equipo multidisciplinario y divulgando sus hallazgos.
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